sábado, 14 de enero de 2012

TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD INFANTIL..Fanny Vanessa Verano Hidalgo

Fanny Vanessa Verano Hidalgo

TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD INFANTIL
1. Introducción
Los niños son susceptibles a mucho de los trastornos principales que afectan a
los adultos, especialmente a las neurosis y las psicosis.
Los diversos tipos de neurosis tipos de neurosis, a menudo son más difíciles de
clasificar en los niños que en los adultos, no importa que adopten formas
distintivas;
Los principales tipos de psicosis que afectan a los niños son:
Autismo infantil;
Esquizofrenia infantil.
Algunos especialistas en diagnostico consideran que el autismo es una forma
mas temprana de esquizofrenia infantil y opinan que se confunden con los
cuadros clínicos característicos de estos dos desordenes. Otros autores
consideran que el autismo es un tipo especial de retraso mental.
2. Conductas Extrañas o Excéntricas.
Trastorno paranoide de la personalidad.
Las personas que padecen un trastorno paranoide de la personalidad presentan
varias características notorias:
• Sentimientos injustificados de sospecha y desconfianza hacia otras personas.
• Hipersensibilidad.
• Expectativa, sin justificación suficiente de que otras personas explotaran y
dañaran al individuo;
• Una tendencia a encontrar significados ocultos o mensajes amenazantes en
conductas o sucesos inofensivos (por ejemplo, sospechar que un vecino saca
la basura temprano para molestarlo).
Para estas personas es muy difícil tener relaciones estrechas con otras porque
esperan una traición en forma constante.
Los individuos paranoides rara vez buscan ayuda clínica.
Si una situación se vuelve tan difícil que se ven forzados a buscar ayuda (por
ejemplo, si requiere que trabajen muy cerca de otras personas), la labor mas difícil
del terapeuta es traspasar la barrera de la sospecha. También son hipersensibles
a la critica, haciendo que se les dificulte de manera especial, trabajar en puestos
subordinados.
Sienten un fuerte temor de perder la independencia y el poder de dar forma a los
eventos. La simple sensación de ocupar una posición de rango inferior o con
menos poder sería intolerable.
Las personas con trastornos de este tipo, parecen frías, sin sentido del humor,
poco sinceras y mañosas.
Esta características no promueven las relaciones estrechas y satisfactorias; son
reservadas y rara vez intiman con los demás, muchas de sus ideas extrañas
pasan desapercibidas.
A veces, su desempeño es insuficiente porque la preocupación por buscar
motivos ocultos y significados especiales limita su capacidad para considerar y
comprender las situaciones. Cuando surgen problemas, casi siempre se
relacionan con el trabajo, ya que esta es un área en la cual resulta difícil evitar los
contactos interpersonales.
Rasgos clínicos del trastorno de la personalidad de la personalidad paranoide.
Una persona que tiene varias de estas características se puede considerar que
padece un trastorno de la personalidad paranoide .
1. Espera, sin bases suficientes, que los demás lo exploten o dañen.
2. Pone en duda, sin justificación , la lealtad y confianza que puede tener en
compañeros y colegas.
3. Busca significados amenazantes en frases o sucesos inofensivos.
4. Guarda rencores o no perdona insultos o descortesías.
5. Se niega a confiar en otras personas por el temor infundado a que la
información se emplee en su contra.
6. Percibe ataques contra su carácter o reputación que no son aparentes para
otras personas y reacciona en forma rápida con enojo o contraataca.
7. Tiene sospechas recurrentes, sin justificación alguna, con respecto de la
fidelidad de su cónyuge o pareja sexual.
Trastorno Esquizoide de la personalidad.
Las personas que padecen este tipo de trastorno de la personalidad son
reservadas, aisladas, en el aspecto social, y retraídas. Prefieren las actividades
de trabajo y pasatiempos solitarios y carecen de la capacidad para establecer
relaciones cálidas y estrechas. Estos individuos rara vez expresan sus
sentimientos en forma directa.
No solo tienen pocas relaciones con otras personas, sino que además parecen
desearlas muy poco. En cualquier caso, tienen pocas habilidades sociales, a
pesar que sus patrones de lenguaje y comportamiento no son extraños ni
excéntricos. Asimismo, carecen de sentido del humor y parecen alejados de su
entorno.
Los hombres que padecen este tipo de trastornos pocas o raras veces se casan,
las mujeres son más propensas a casarse.
Las respuestas emocionales de los individuos con trastornos esquizoides parecen
más bien insulsas y frías. Las clases de frustraciones que hacen que surjan
expresiones de enojo en la mayoría de las personas, provocan poca hostilidad
observable por parte de estos individuos.
En ocasiones parecen distantes, absortos en sí mismos, con la mente ausente y
no muy consciente ni interesados por lo que sucede a su alrededor.
Como las personas, esquizoides no se sienten molestas por la falta de relaciones
personales, son malos prospectos para la terapia (Akhtar,1987).
Rasgos clínicos del trastorno de la personalidad esquizoide
Una persona que tiene varias de estas características se puede considerar que
padece un trastorno de la personalidad esquizoide.
1. No desea ni disfruta las relaciones estrechas, incluyendo formar parte de
una familia.
2. Casi siempre elige actividades solitarias.
3. Pocas actividades, si no es que ninguna, le provoca placer.
4. Expresa poco, o ningún, deseo de tener experiencias sexuales con otra
persona.
5. Parece indiferente a la administración o critica por parte de los demás.
6. No tiene amigos cercanos ni confidentes (o tiene solo uno).
7. Muestra frialdad emocional, alejamiento y poca variación en sus
emociones.
Trastorno esquizotípicos de la personalidad.
Las personas que padecen este tipo de trastorno, se caracterizan por
excentricidades del pensamiento, la percepción, la comunicación y el
comportamiento.
Estas desviaciones nunca son tan extremas como las que se encuentran en los
casos de esquizofrenia. Aun así, los médicos clínicos en muchos casos sienten la
necesidad de buscar la posibilidad de distorsiones importantes, como el escuchar
voces.
Las personas que padecen trastornos esquizotípicos de la personalidad, como los
individuos esquizoides, son retraídas, con emociones superficiales y carecen de
capacidad para socializar. Los patrones del lenguaje de los dos grupos son muy
diferentes.
Aquellos que muestran un trastorno esquizoide de la personalidad no tiene
excentricidades en el lenguaje, a pesar que quizá no cuenten con habilidades
sociales.
Por otra parte, aquellos individuos que padecen un trastorno esquizotípico de la
personalidad no se dan a entender, ya sea porque emplean palabras y frases
poco comunes o porque utilizan palabras de uso común en forma extraña.
También son propensos a expresar sus ideas de manera confusa.
En ocasiones, cuando están estresados, su pensamiento se deteriora y expresan
ideas que parecen ilusorias. Estas características cognitivas y perceptuales son
quizá lo más importante para distinguir el trastorno esquizotípico de la
personalidad de los trastornos limítrofes o fronterizos y esquizoides de la
personalidad.
El comportamiento de las personas que padecen un trastorno esquizotípico de la
personalidad puede llegar a ser extraño. Gran parte del tiempo parecen ser
suspicaces, supersticiosas, y reservadas
Rasgos clínicos del trastorno de la personalidad esquizotípica
Una persona que tiene varias de estas características se puede considerar que
padece un trastornos de la personalidad esquizotípica.
1. Ideas de referencia (la creencia que la conversación, las sonrisas u otras
acciones de la gente se refieren a uno mismo).
2. Ansiedad social excesiva que no disminuye con la familiaridad y tiende a
relacionarse con temores paranoides en lugar de juicios negativos.
3. Creencias o pensamientos extraños de que tiene poderes mágicos (por
ejemplo, “otras personas pueden experimentar mis sentimientos”).
4. Experiencias perceptuales poco comunes que incluyen ilusiones corporales.
5. Lenguaje y pensamientos extraños (por ejemplo, muy vago, circunstancial,
demasiado elaborado).
6. Ideas paranoides o suspicacia.
7. Comportamiento o apariencia extraña o excéntrica( gesticulaciones poco
comunes, hablar consigo mismo, lenguaje extraño).
8. No tiene amigos cercanos ni confidentes (o quizás solo uno ) que no sean
familiare, sobre todo debido a la falta de deseo de contacto, la incomodidad
constante con los demás o excentricidades.
9. Afecto inapropiado o restringido (frío, restringido, etc.)
Las personas con trastornos paranoides, esquizoides y esquizotípicos de la
personalidad tienen en común un grado de alejamiento social y manifiestan
comportamiento “extraño” o idiosincrásico que se puede observar en forma
mucho más extrema esquizofrenia. El trastorno paranoide de la personalidad
centra la atención en la sospecha y desconfianza hacia los demás; el trastorno
esquizoide de la personalidad en la preferencia por las actividades solitarias, sin
que necesariamente haya distorsiones en las percepciones de la realidad; y el
trastorno esquizotípico de la personalidad se enfoca hacia la excentricidad y las
distorsiones cognitivas-perceptuales.
Los criterios para el trastorno de la personalidad esquizotípica se refiere a
molestias persistentes en la percepción y conocimiento de la relaciones entre uno
mismo y los demás. Estas alteraciones no se limitan a lo periodos de estrés; estan
presentes casi todo el tiempo.
3. Conductas dramáticas, emocionales o erráticas.
El primer grupo de trastornos de la personalidad, que acabamos de revisar, se
compone de individuos con un comportamiento de aislamiento. La segunda
categoría comprende a las personas que buscan atención y cuyo comportamiento
con frecuencia es muy notorio y bastante impredecible.
Trastorno de la personalidad histriónica.
Para los sujetos que padecen este tipo de trastorno de la personalidad, lograr la
atención de los demás es una prioridad; en las relaciones interpersonales, casi
siempre representan un papel, como “la estrella” o “ la víctima”.
Estas personas le parecen a los demás vanidosas e inmaduras y tienden a hablar
en forma dramática, exagerada y efusiva.
Esta clasificación se emplea en los casos que presentan una expresión
exagerada de las emociones, relaciones interpersonales tormentosas, una actitud
egocéntrica y manipulación. La manipulación tal vez se manifieste en rasgos,
amenazas o intentos suicidas, así como en otros comportamientos para atraer la
atención, como males fisicos dramáticos. Los pacientes histriónicos generalmente
solicitan la atención de los terapeutas debido a una sobredosis de droga u otra
forma de intento de suicidio.
Los individuos histriónicos casi siempre reaccionan demasiado rápido ante las
situaciones que requieren de algún análisis y reflexión. No siempre centran su
atención el tiempo suficiente para percibir los detalles de una situación y, como
resultado de ello, tienden a responder con generalidades que tienen un matiz
emocional.
Cuando se pide a las personas que tienen una personalidad histriónica que
describan algo, casi siempre responden con impresiones en lugar de realidades.
Los individuos con este tipo de trastornos muy seguidos operan con base en las
corazonadas y tienden a detenerse ante lo obvio.
No sólo son susceptibles a sugestionarse y a dejarse influenciar por la opinión de
los demás, sino que además se distraen con facilidad. Es fácil captar su atención,
pero también es muy sencillo que ésta cambie de dirección. De modo que su
comportamiento tiene una calidad dispersa. Estos problemas de atención también
llevan a que las personas histriónicas parezcan increíblemente ingenuos ante las
cosas triviales.
Las personas con este trastorno de personalidad no se sienten amadas y, tal vez
reaccionen ante este sentimiento, al tratar de hacerse sexualmente irresistibles.
En particular las mujeres visten y se comportan en forma seductora, aunque en
realidad no desean una actividad sexual intima. Las mujeres son más propensas
que los hombres a que se les diagnostique como histriónicas.
Rasgos clínicos de los trastornos de la personalidad histriónica
Una persona que tiene varias de estas características se puede considerar que
padece un trastorno de la personalidad histriónica.
1. Expresiones de emociones que cambian con rapidez, pero son poco
profundas.
2. Se preocupan demasiado por el atractivo físico.
3. Apariencia o comportamiento demasiado seductores.
4. Se siente incómodo cuando no es el centro de atención.
5. Lenguaje en exceso impresionista, carente de detalles.
6. Es intolerante o se frustra en exceso ante situaciones que no funcionan
precisamente como lo desea.
7. Considera que las relaciones tienen más intimidad de la que en realidad
tienen.
8. Expresiones exageradas de emoción con mucha dramatización.
Trastorno de la personalidad narcisista
La palabra “narcisismo” proviene del mito clásico acerca de un hombre joven,
Narciso, quien se enamoró de su reflejo en un estanque. Como nunca pudo asir
su propia imagen, se desesperó y murió de angustia.
Las personas con este trastorno tienen un sentido exagerado de su propia
importancia o singularidad y pueden pasar por horas fantaseando acerca de sus
éxitos, belleza y poder.
Las personas que lo padecen son incapaces de comprender cómo se sienten los
otros; si se le critica, desprecia o ignora, puede reaccionar con una fría
indiferencia o sentir rabia, humillación, etc.
Rasgos clínicos del trastorno de la personalidad narcisista.
Una persona que tiene por lo menos cinco de estas características se puede
considerar que padece un trastorno de la personalidad narcisista.
1. Sentido exagerado de la importancia de sí mismo, exageración de los logros y
talentos personales y necesidad de que los demás reconozcan su
superioridad.
2. Fantasías de éxito, poder y belleza ilimitados.
3. Sentido de la condición de especial y único que pueden apreciar sólo otras
personas o instituciones especiales o de alto nivel (por ejemplo, los
patrones).
4. Requiere de admiración y atención excesiva.
5. Sentido de acreditación, espera un trato especial favorable o el cumplimiento
automático de las expectativas personales.
6. Explota a otras personas, se aprovecha de ellas.
7. Carece de simpatía por las necesidades y sentimientos de otras personas.
8. Con frecuencia siente envidia de los demás o cree que los demás lo envidian
(se resiente por los privilegios o logros de aquellas personas que considera
menos especiales o merecedoras).
9. Comportamiento o actitudes arrogantes y altaneros.
Trastorno de la personalidad limítrofe o fronteriza.
Este se reconoció oficialmente como un diagnostico en 1980. Desde ese
momento, la categoría limítrofe o fronteriza se ha empleado con tanta frecuencia,
que 20% de los pacientes psiquiátricos reciben este diagnóstico y se calcula que
ocurre entre tres y cinco por ciento de la población general(francés y
Widiger,1986).
Los comportamientos autodetructivos se conocen como la “especialidad
conductual” de aquéllos que tienen el trastorno de la personalidad limítrofe o
fronteriza.
La autodestrucción es la característica de los individuos con personalidad limítrofe
o fronteriza que genera más problemas para aquellas personas que tratan de
ayudarles.
Las personas con este tipo de padecimiento reaccionan de maneras excesivas,
pueden estallar en cólera al percibir un desaire o una critica.
Cuando se trastornan emocionalmente emocionalmente, sienten desintegrarse y
son incapaces de pensar de una manera lógica para solucionar un problema.
Con frecuencia se sienten vacíos y aburridos y “desintegrados” y buscaran
sensaciones extremas para sentirse “íntegros” o sentir algo. pueden cometer
excesos (ingiriendo comidas, fármacos) por consuelo, lo que con frecuencia
resulta en una espiral descendiente de estrés, presiones económicas y fracasos.
Paradójicamente, no soportan estar solas, aunque su conducta hace imposible
que mantengan relaciones duraderas con los demás.
Pueden cambiar de un estado de animo normal a la depresión, irritabilidad o
ansiedad que dura varias horas y después desaparece.
Trastorno de la personalidad antisocial
Este se relaciona con el crimen, la violencia y la delincuencia.
Las características esenciales de este trastornos incluyen antecedentes de
trastorno de la conducta a nivel crónico. Este comportamiento empieza antes de
los 15 años y continúa durante la edad adulta.
En algunos de los comportamientos siguientes, se pueden encontrar evidencias
de un trastorno de la conducta antes de los 15 años de edad:
• Haraganería;
• Suspensión de la escuela;
• Arresto;
• Huir de casa;
• Decir mentiras;
• Participar en relaciones sexuales;
• Consumir alcohol, tabaco, u otras drogas no prescritas, en una edad muy
temprana en comparación con sus compañeros;
• Robo;
• Vandalismo;
• Participación en peleas;
• Y violación de las reglas de la casa y la escuela.
El patrón de comportamiento irresponsable o antisocial después de los 15 años
incluye varias de estas características:
• Inestabilidad para conservar un registro de trabajo consciente;
• Actos antisociales repetidos, como robar, destruir una propiedad, y molestar a
otras personas;
• Peleas o agresiones repetidas;
• Fracaso para cumplir con las obligaciones económicas;
• Fracaso para planear con anticipación;
• Imprudencia, sobre todo al manejar;
• Malos tratos o descuido de los hijos;
• Promiscuidad sexual;
• Y ausencia total de remordimientos al dañar a otras personas.
Desde el punto de vista de la psicología anormal, las propiedades que definen las
personalidades antisociales no son los actos particulares que realizan (por
ejemplo, robar un Banco o asaltar una tienda), sino la concepción tan arraigada
que tiene de la vida.
Parece que siempre participan en un juego en el cual los demás individuos existen
como piezas que se pueden manipular y utilizar y, es la participación en este
juego la que lleva a las personas a tener problemas con la ley.
En un aspecto más negativo, los individuos pueden ser crueles, sádicos o
violentos. Casi nunca demuestran ansiedad y no se sienten culpables.
Los rasgos que mostramos en el cuadro a continuación sobre la personalidad
antisocial, provocan dificultades obvias en las relaciones interpersonales debido a
la insensibilidad que presentan los individuos afectados por este tipo de trastorno,
la incapacidad de establecer lazos significativos y duraderos con otras personas y
la negligencia hacia las normas sociales.
Rasgos clínicos del trastorno de la personalidad antisocial
Una persona que tiene varia de estas características se puede considerar que
padece un trastorno de la personalidad antisocial.
1. Desenvoltura, superficialidad.
2. Egocentrismo, aire de grandeza.
3. Falsedad, manipulación.
4. Carencia de remordimientos.
5. Carencia de simpatía.
6. Impulsividad.
7. Irresponsabilidad.
8. Enojo y frustración.
9. Antecedentes de problemas conductuales persistentes, variados y serios
como niño y adolescente.
10. Comportamiento antisocial en la edad adulta.
4. Conducta ansiosas o temerosas
Los trastornos que pertenecen a este grupo comparten muchas características
con los trastornos de la personalidad que ya describimos. Los que los hace
diferente es que cada uno de estos trastornos tienen un componente importante
de ansiedad o temor.
Trastorno de la personalidad evitativa
Este se caracteriza por baja autoestima, temor a la evaluación negativa y una
abstinencia conductual, emocional y cognoscitiva de la interacción social. En la
terapia, las personalidades evitativa expresan poco afecto, aceptación y amistad.
El temor al rechazo desempeña un papel clave para que estas personas se alejen
de las relaciones personales. No establecen una relación a menos que la otra
persona les ofrezca una garantía poco común de aceptación sin critica.
El conflicto que experimentan es por desear afecto y, al mismo tiempo, dudar de la
aceptación que tendrán por parte de los demás. No parecen ser capaces de
liberarse de la creencia de que cualquier intento de amistad terminara en dolor y
desilusión.
Están atrapados entre el deseo del contacto humano y el temor que éste le
provoca.
Los individuos que padecen este tipo de trastorno parecen tímidos y aislados, y
quizás también fríos y extraños, para aquellas personas que tienen un contacto
superficial con ellos.
Un mecanismo de control que los individuos con trastorno de la personalidad
evitativa, son propensos a utilizar la hipervigilancia.
Evalúan en forma continua todos sus contactos con los seres humanos para
encontrar señales de decepción, humillación o reacciones negativas. Como
resultado de ello son capaces de detectar el más mínimo rastro de indiferencia o
molestia, hacen tormentas en un vaso de agua.
Sin embargo está técnica de revisar continuamente el entorno, es autodestructiva
porque aumenta la probabilidad de que encuentren la clase de respuesta negativa
que esperan.
Las personas con este tipo de trastorno, tienden a exagerar los peligros
potenciales de ciertas situaciones; por ejemplo, suelen negarse a utilizar
autobuses o cualquier otro tipo de transporte público aunque otros individuos no
duden de su seguridad.
La vida de las personas que sufren este tipo de trastorno, esta controlada por el
temor a parecer absurdo o sentirse avergonzado.
Una consecuencia desafortunada de este retraimiento para el contacto con los
demás y las experiencias nuevas, es que les queda más tiempo para preocuparse
por sus propios pensamientos y para recordar experiencias dolorosas anteriores.
Rasgos clínicos del trastorno de la personalidad evitativa
Una persona que tiene varias de estas características se puede considerar que
padece un trastorno de la personalidad evitativa
1. Se anticipa y preocupa por lo que lo rechacen o critiquen en situaciones
sociales.
2. Tiene pocos amigos, a pesar que desea tenerlos.
3. No está dispuesto a involucrarse con la gente a menos que esté seguro de que
va a agradar.
4. Evita las actividades sociales o de trabajo que comprenden un contacto
interpersonal significativo.
5. Inhibe el desarrollo de las relaciones intimas (a pesar de que las desea) por el
temor a parecer absurdo, al ridículo y a sentirse avergonzado.
6. Posee poco valor personal porque percibe en si mismo falta de aptitudes
sociales y de cualidades de atractivo personal.
7. Por lo general, se niega a participar en situaciones o actividades nuevas por el
temor a sentirse avergonzado.
Trastorno de la personalidad dependiente
Las personas que presentan este trastorno de la personalidad presentan dos
características básicas:
1ro. - Permiten en forma pasiva que otras personas tomen todas las decisiones
importantes en su vida porque no tienen confianza y se sienten incapaces de
funcionar de manera independiente.
2do. – Para asegurarse de que no perderá su posición dependiente, someten sus
propias necesidades a las necesidades y demandas de otros.
Las personalidades dependientes temen a la separación y tienen una necesidad
excesiva de que alguien se preocupe por ellas. Como consecuencia de ello, son
sumisas y demasiado apegadas.
Los individuos dependientes tratan de volverse tan complacientes que nadie sería
capaz de abandonarlos. Son retraídos, siempre complacientes y tratan de
congraciarse en forma continua. Si se les deja solos, se sienten vacíos, en
extremo ansiosos e incapaces de funcionar.
Los individuos dependientes creen que deben actuar con sumisión y obediencia
con el objeto de conservar a las demás personas. También se comportan de
manera afectuosa y con admiración por sus protectores.
Las causas de los trastornos de la personalidad dependiente no están claras. Una
posibilidad es que los individuos dependientes tienen padres sobreprotectores
que les hicieron la vida tan fácil cuando eran niños que nunca aprendieron
habilidades para el afrontamiento.
Algunos teóricos sugieren que los niños dependientes estaban unidos de manera
insegura a su madre o a las personas que los cuidaban, o bien, que no tuvieron
relaciones cercanas con otras personas durante la niñez.
Hasta el momento, ambas ideas son hipótesis interesantes pero no
comprobadas.
Rasgos clínicos del trastorno de la personalidad dependiente
Una persona que tiene varias de estas características se puede considerar que
padece un trastorno de la personalidad dependiente.
1. Es incapaz de tomar las decisiones sin la asesoría y seguridad excesivas por
parte de otras personas.
2. Permite o alienta a los demás para que tomen decisiones importantes en su
vida (por ejemplo, para casarse, donde vivir, tener hijos).
3. Tiene dificultad para expresar su desacuerdo con otras personas por el temor
a que se enojen o pierda el apoyo.
4. Tiene dificultades para iniciar actividades en forma independiente debido a la
falta de confianza en el juicio o las habilidades personales.
5. Hace cosas excesivas para obtener aceptación y apoyo de los demás.
6. Se siente incómodo o indefenso cuando está solo debido a un temor
exagerado a ser incapaz de cuidarse a sí mismo.
7. Cuando termina una relación estrecha, busca de manera indiscriminada otra
relación que le ofrezca aceptación y apoyo.
8. Con frecuencia se preocupa por el temor a tener que cuidar de sí mismo.
5. Trastorno de la personalidad obsesivo – compulsivo
Este trastorno de la personalidad es similar al trastorno de la ansiedad obsesivo –
compulsivo, pero ambos trastornos son diferentes.
Los individuos que padecen el trastorno de la personalidad O.- C. son rígidos y
limitados en su comportamiento, pero no muestran un pensamiento obsesivo que
parezca llegar al consciente, tampoco participan en la clase de rituales
irracionales que realizan las personas con trastorno de la ansiedad obsesivo –
compulsivo.
Los individuos con el trastorno de la ansiedad consideran que su comportamiento
es inadaptado y perturbador, pero no pueden dejar de comportarse de esa
manera.
Las personas compulsivas se han descrito como “maquinas vivientes”
(Reich, 1933, 1949).
Como dijo un paciente su vida era como “un tren que funcionaba con eficiencia y
rapidez, jalando una carga sustancial, pero sobre unas vías equivocadas”
(Saphiro, 1965).
Un trastorno de la personalidad O. C. tiene varias características. Una de éstas es
la falta de habilidad para expresar muchas emociones cálidas y tiernas. En vez de
ello, una persona que padece este trastorno parece rígida, formal y seria en
extremo.
El perfeccionismo extremo también es un problema porque se centra en los
detalles pequeños y en la elaboración de normas en lugar de en la realización del
trabajo. Esta firmeza lleva a una incapacidad para percibir el “panorama
completo”.
Las personas que padecen este trastornos centran su atención en las normas y la
limpieza y quizá se sientan molestas por cualquier cosa que esté fuera de lugar.
También es típica una concentración excesiva en el trabajo y la productividad.
Incluso el placer se convierte en trabajo.
Este trastorno también se caracteriza por la indecisión, estos individuos tienen
grandes dificultades para tomar decisiones porque se pueden equivocar. Su
incapacidad para tomar decisiones puede llegar al extremo que pueden lograr
relativamente poco.
Su placer proviene de planear un trabajo, no de hacerlo.
Un individuo que padece el trastorno de la personalidad obsesivo – compulsivo,
por lo general acude al tratamiento sólo cuando se ve amenazado el estilo de vida
que creó con tanto cuidado. Esto puede suceder cuando un cónyuge se
desespera y se va, cuando un jefe decide despedir al empleado problemático o
cuando existe una acumulación de sucesos estresantes que hacen posibles el
desempeño normal.
Rasgos clínicos del trastorno de la personalidad obsesivo – compulsivo
Una persona que tiene varias de estas características se puede considerar que
tiene una personalidad obsesiva – compulsiva.
1. Perfeccionismo que interfiere en la realización de las tareas.
2. Preocupación por los detalles, normas, listas y horarios.
3. Negación a delegar las tareas o a trabajar con otras a menos que se apeguen
a su forma de hacer las cosas.
4. Devoción excesiva al trabajo y a la productividad hasta el punto de excluir las
actividades de descanso y amistades.
5. Exceso de consciencia e inflexibilidad para asuntos de la moral o ética.
6. Expresión ilimitada de las emociones cálidas.
7. El dinero se considera como algo que representa una seguridad para las
catástrofes futuras y el gasto en sí mismo u otras personas es muy limitado.
8. Incapacidad para desechar objetos desgastados o sin valor, aún cuando no
tienen valor sentimental.
9. Comportamiento que por lo general es rígido y obstinado.
6. Trastorno de la personalidad pasiva – agresiva
Los individuos que sufren este tipo de trastorno de la personalidad suelen
resistirse a las demandas de desempeño adecuado, tanto en el trabajo como en
su vida social.
A pesar que tienen la capacidad de comportarse de manera más efectiva,
sabotean sus logros por medio de la dilatación, la ineficacia intencional, la
obstinación y el olvido.
Como su nombre lo sugiere, las personalidades pasivas – agresivas se resienten
por las demandas que se les hacen, pero en lugar de expresar estos sentimientos
de manera directa, reflejan su enojo por medio de la resistencia pasiva y el
impedimento del logro de los objetivos.
Por ejemplo, si un supervisor le pide a una persona pasiva – agresiva (empleado),
que le haga un informe complejo para el día siguiente en la mañana, es más
probable que extravíe algunos de los datos que se necesitan, en lugar de decir a
su supervisor en forma directa que su petición no es razonable.
El comportamiento de un individuo pasivo – agresivo se puede comparar con una
situación que suele encontrarse en la crianza de los hijos. El niño lleva a los
padres hasta el límite del control y después retrocede a tiempo para evitar el
regaño.
Al igual que el niño, el individuo pasivo – agresivo es en extremo sensible a los
límites de los demás y llega hasta éstos pero no los traspasa.
Los mecanismos de afrontamiento pasivos – agresivos por lo general no son una
forma efectiva de vivir, pero los individuos de este tipo, parecen no darse cuenta
de que su propio comportamiento contribuye a hacer las situaciones más difíciles.
Rasgos clínicos del trastorno de la personalidad pasiva – agresiva
Una persona que tiene varias de esta características se puede considerar que
padece un trastorno de la personalidad pasiva – agresiva.
1. Demora la realización de las tareas rutinarias que necesita llevar a cabo, en
especial aquéllas que alguien más solicita.
2. Se enoja, irrita o discute cuando alguien le pide que haga algo que no quiere
realizar.
3. Parece trabajar con mayor lentitud en forma deliberada o no hace un buen
trabajo cuando se trata de tareas que no quiere realizar.
4. Protesta, sin justificación alguna, porque otras hacen peticiones irracionales.
5. Evita las obligaciones al aducir que se le olvidan.
6. No cumple con su parte del trabajo y así obstaculiza los esfuerzos de los
demás.
7. Critica o desprecia a las personas que ocupan posiciones de poder en un
grado irracional.
7. Conclusión
Al concluir este trabajo, hemos tenido la oportunidad de conocer el papel que
pueden jugar los diferentes tipos de trastorno de personalidad en nuestra vida y
como pueden en ocasiones provocar gran tensión a las personas afectadas, lo
cual les parece difícil cambiar su forma de pensar sobre las situaciones que viven
y responder ante estos.
También de como los problemas clínicos se intensifican cuando, como es casi
siempre el caso, la persona no considera sus patrones de comportamiento
inadaptados o indeseables, aun cuando las consecuencias desagradables y
contraproducentes de esas conductas sean obvias para los demás.
8. Bibliografía
1. Irwin G. Sarason, Psicología anormal, problema de la conducta inadaptada,
Séptima edición.
2. Irwin G. Sarason, Psicología anormal, problemas de la conducta
desadaptadas, editorial Trillas México 1980, primera edición.
3. John M. Clerghorn, Enfermedades mentales, Editorial el manual moderno S.A
de C.V México.
4. Marck R. Rosenzueig, Psicopatología fisiológica, Mcgraw-Hill segunda
edición.
5. Neil R Carbon, Psicología Fisiológica, editorial México tercera edición.

MADUREZ EMOCIONAL EN EL DESARROLLO INFANTIL.. Fanny Vanessa Verano Hidalgo

Fanny Vanessa Verano Hidalgo

EL CASTIGO COMO TÉCNICA DE MODIFICACIÒN DE CONDUCTA INFANTIL.
El Castigo en sentido técnico se refiere sólo a la operación empírica
(presentación o retiro de eventos) que reduce la frecuencia de aparición de una
respuesta, y no siempre comprende dolor físico. (Kazdin, 1971) Sin duda, los
eventos dolorosos (como las tundas) pueden no disminuir las respuestas para las
que se diseñaron como castigo, sino más bien aumentar la frecuencia de aparición
de las respuestas a castigar, así como también provocar la aparición de otras
respuestas disruptivas. De manera que el Castigo es un procedimiento de
modificación de conductas.
Desde hace muchos años, y desde la perspectiva cognitivo-conductual, no está
indicado el castigo físico como método de modificación de conductas en los niños,
y este criterio es compartido por el autor, para quien el castigo físico por una parte
representa un irrespeto absoluto a los derechos humanos y sobre todo de los
niños, y por otra ha demostrado hasta el cansancio que no tiene poder para
corregir conductas disruptivas en los niños.
Sin embargo, para propósitos del tema, se tocarán todos los tipos de castigo
que existen en la literatura psicológica.
Tipos de castigo.
En la modificación conductual se han desarrollado muchas formas de castigo
con base en si se presentan eventos aversivos, se retiran eventos positivos, o se
requiere esfuerzo o trabajo por parte del sujeto después de la ejecución de
determinada conducta.
Presentación de eventos aversivos:
Después que se ha realizado una respuesta, puede aplicarse un evento
aversivo como una tunda o una reprimenda. Existen dos tipos de eventos
aversivos: estímulos aversivos primarios y secundarios (o condicionados). Los
eventos aversivos primarios lo son de manera inherente, por ejemplo, un choque
eléctrico, ataque físico intenso, luces brillantes y ruidos fuertes son estímulos
aversivos primarios y sus propiedades aversivas no son aprendidas. Los estímulos
aversivos secundarios o condicionados, adquieren sus propiedades aversivas al
apareárseles (relacionárseles) con otros eventos aversivos como dolor físico o
pérdida de privilegios.
Los estímulos aversivos secundarios incluyen gestos, cabeceos, fruncimiento
de ceño y boletas de tránsito.
1- Afirmaciones verbales:
Las afirmaciones verbales en forma de reprimendas, advertencias, desaprobación,
decir no, y las amenazas, suelen emplearse en las interacciones cotidianas entre
maestro y alumno, padre e hijo y entre hermanos, esposos, amigos y enemigos.
De manera ocasional, las afirmaciones verbales se han utilizado para suprimir
conducta en investigación aplicada, por ejemplo, las reprimendas y las
afirmaciones de desaprobación se han aplicado en escenarios de salón de clases
para reducir el juego durante las lecciones, estar fuera de su lugar, hablar sin
permiso y otras conductas desorganizantes. (Hall y col, 1971)
La manera en que se hacen las afirmaciones verbales puede afectar su
efectividad, por ejemplo, en aplicaciones de salón de clases, las reprimendas son
más efectivas para suprimir la conducta infantil cuando se acompañan por una
mirada directa y se le sujeta.
El castigo verbal tiene probabilidad de perder su efectividad con el tiempo, por
ejemplo, en ocasiones se han empleado amenazas para suprimir conductas,
cuando éstas indican que seguirá alguna otra consecuencia aversiva, se tornan
eventos aversivos condicionados ya sea que la conducta se ejecute o no. Cuando
las amenazas son vanas (no respaldadas por la consecuencia amenazada)
tienden a perder su efecto con rapidez. (Kazdin, 1971)
2- Choque eléctrico:
El choque eléctrico es otro evento aversivo que puede presentarse después de la
conducta, se emplea rara vez, sólo se ha restringido a personas involucradas en
conductas peligrosas para sí mismos o para los demás, y que no han respondido a
otros procedimientos. Cuando se utiliza el choque eléctrico en esas situaciones
extraordinarias, por lo común se hace brevemente en un dedo o el brazo,
produciendo una rápida y notable supresión de la conducta. En la actualidad no se
usa, en parte debido a que su uso hace surgir tópicos éticos y legales pero
también porque se hallan disponibles otras alternativas menos objetables pero
efectivas.
Retiro de consecuencias positivas
El castigo a menudo toma la forma de retiro de eventos positivos en lugar de
presentación de estímulos aversivos posteriores a la conducta. Los ejemplos
familiares comprenden pérdida de privilegios, dinero, o al permiso de conducir
después de la conducta. Los eventos valorados de manera positiva y que incluso
pueden actuar como reforzadores positivos, son retirados como una forma de
penalización. Las dos técnicas principales son el tiempo fuera de reforzamiento y
el costo de respuesta.
1- Tiempo fuera de reforzamiento:
El tiempo fuera se refiere al retiro de todos los reforzadores positivos durante
un período determinado. Durante el intervalo de tiempo fuera, el sujeto no tiene
acceso a los reforzadores positivos que se encuentran disponibles normalmente
en el escenario. Por ejemplo, en una clase puede aislarse a un niño de los demás
durante 10 minutos; en este tiempo, no tendrá acceso a interactuar con sus
compañeros, actividades, privilegios, ni otros reforzadores que por lo común se
hallan disponibles.
El tiempo fuera ha sido muy efectivo para modificar diversas conductas,
incluyendo el discurso psicótico, accidentes al ir al baño, succionarse el pulgar, y
conducta autoestimulante y autopunitiva. (Hobbs y Forehand, 1977).
Las ventajas obvias del tiempo fuera son la duración relativamente breve y la
ausencia de dolor.
2- Costo de respuesta:
El costo de respuesta se refiere a la pérdida de un reforzador positivo.
Requiere una penalización de alguna clase, por lo general en forma de multa. Los
ejemplos del costo de respuesta en la vida diaria adulta comprenden multas por
violaciones de tránsito, cargo por “mora”, cargo por cheques que “rebotan” etc; en
la vida diaria infantil comprenden quedarse sin ver la televisión, sin jugar, sin usar
el ordenador debido al no cumplimiento de normas establecidas. Así mismo en el
ámbito escolar incluye la pérdida del receso, paseos y otras actividades
extracurriculares.
Consecuencias punitivas basadas en el esfuerzo
Como consecuencia para la conducta indeseable puede pedírsele a un sujeto
que participe en respuestas que implican trabajo o esfuerzo. Esto es distinto de
presentarle un estímulo aversivo (por ejemplo, reprimenda) o retirarle un evento
positivo (por ejemplo, costo de respuesta), aquí se le pide que se involucre en
conducta aversiva.
Sobrecorreción:
Con la sobrecorrección, la penalización por participar en una conducta no
deseada es llevar a cabo algunas otras conductas en la situación dada, pueden
distinguirse dos componentes de la sobrecorrección: el primero denominado
restitución, que consiste en corregir los defectos ambientales de la conducta
inapropiada. Así, si un niño tira comida en la mesa del comedor, se le pedirá
limpiarla completamente. El segundo componente, llamado práctica positiva,
consiste en practicar de manera repetitiva la conducta adecuada, por ejemplo, se
le pedirá al niño colocar la comida en su plato de modo adecuado varias veces en
hilera y quizá también servir la comida a otros. Estas respuestas son algunas de
las formas “correctas” de servir y manejar alimentos en la mesa.
La restitución y la práctica positiva en ocasiones se combinan y otras se emplean
solas, dependiendo de las conductas a suprimirse.
La sobrecorrección sola o en combinación con otros procedimientos ha
modificado una variedad de conductas como accidentes en el control de esfínteres,
actos agresivos, conductas autoestimulantes, berrinches, morderse las uñas y
modales en la mesa. (Foxx y Bechtel, 1983). Los resultados de unos cuantos
minutos de entrenamiento correctivo después de la conducta deseada han
conducido a efectos terapéuticos rápidos y duraderos.
El procedimiento preciso de castigo seleccionado en cualquier instancia puede
estar determinado por varias consideraciones, a saber, la gravedad de la conducta,
el peligro para el sujeto y los demás, la facilidad de poner en práctica el
procedimiento en un escenario en particular, y el entrenamiento necesario de la(s)
persona(s) que aplican el proceso de modificación conductual.
Sea cualquiera el castigo a utilizar, se deben seguir una serie de reglas o
principios para que sea efectivo (Moles, 1994), éstas son:
1.Debe informarse al sujeto cual o cuales van a ser específicamente las conductas
a castigarse.
2.Debe igualmente informársele de cual será el castigo a la conducta en cuestión.
3.Una vez cumplidos los puntos anteriores, se ofrecerá el castigo en la primera
oportunidad que el sujeto emita la conducta y cada vez que lo haga. Esto implica
que se debe castigar siempre y no a veces.
4.El castigo debe ser contingente a la conducta, y por lo tanto al igual que el
reforzamiento debe tener una latencia corta. Es decir la aplicación del castigo
debe ser lo más próximo posible (en tiempo) a la emisión de la conducta en
cuestión.
5.El castigo debe ser siempre de la misma intensidad y no depender del estado
emocional de quién lo aplica.
6.Al igual que con los refuerzos no se debe generalizar el castigo, debe ser de
forma individual y dependiendo de las características de cada sujeto.
Los especialistas en las técnicas de modificación de conductas se han
preocupado por el mal uso y abuso que se hace del castigo, ya que esto favorece
problemas en niños y adolescentes. Por ejemplo, las familias de niños que se
desvían del patrón tienden a utilizar castigo más estricto y frecuente que las
familias de niños que se desenvuelven bien en la vida cotidiana (Kazdin, 1987). El
castigo más frecuente no se asocia con mejor conducta, en verdad, tanto el
castigo físico como verbal (reprimendas) pueden incrementar las propias
conductas (desobediencia, agresión) que los padres, maestros y otras personas
desean suprimir. Por desgracia el viejo adagio “dispense la vara y eche a perder al
niño”, todavía tiene muchos adeptos, esto es desafortunado porque también
podría sostenerse una sentencia opuesta, “use la vara y eche a perder al niño”.

MADUREZ EMOCIONAL EN EL DESARROLLO INFANTIL... Fanny Vanessa Verano Hidalgo



Fanny Vanessa Verano Hidalgo



MADUREZ EMOCIONAL EN EL DESARROLLO INFANTIL

Durante mucho tiempo, el hombre a tratado de definir y aclarar un ideal de desarrollo,
un ideal de madurez, visto en sus inicios como el cambio y la evolución física a la cual
posteriormente se le anexarían otras cualidades y habilidades.
Surgen así diferentes conceptos y teorías que tratan de englobar las características de
un ser humano funcionando óptimamente, el cual no sólo poseía destrezas físicas, sino
también destrezas en otros niveles, que le permitirían vivir en sociedad y funcionar
efectivamente en ella. Es así como surgen los conceptos de madurez e inteligencia
emocional, partiendo de los modelos postulados, en un inicio por el humanismo
renacentista, cuyo concepto de madurez se hallaba firmemente representado por una
personalidad moderada, respetuosa, autocontrolada, modesta, sabia y libre de avaricia
y afán de prestigio.
Posterior a ello, surge el concepto de autorrealizacoión, el cual parte del presupuesto
de que el hombre lleva en su interior una inspiración a dirigirse hacia significados,
valores y metas y a traspasar de este modo las fronteras existentes, lo cual equivale a
una máxima realización de las potencialidades únicas e irrepetibles de la persona
(Maslow, 1983)
Con el paso del tiempo y el incremento de la s investigaciones en un afán por aclarar
estos conceptos, surgen teorías más elaboradas como la de Steiner (1998), quien
señala que la educación emocional y por la tanto, la madurez emocional, están
conformadas por 3 capacidades:
- La capacidad para comprender las emociones.
- La capacidad para expresarlas de una manera productiva y
- La capacidad para escuchar a los demás y sentir empatía respecto de sus emociones.
Estas 3 capacidades juntas, nos permiten mejorar nuestro desarrollo personal y calidad
de vida conjuntamente con la manera de relacionarnos con otros, además crean
posibilidades afectivas entre personas, hacen más cooperativo el trabajo y facilitan el
sentimiento de comunidad.
Sin embargo, hoy en día es más probable encontrarnos con personas que sean en
extremos sensibles y vulnerables o por el contrario, bastante rígidas e incluso hasta
inflexibles, en el caso de las últimas, todo este esmero por evitar expresar y sentir
emociones, podría tener su inicio en la infancia, cuando frente a situaciones dolorosas
como el desinterés de nuestros padres, las burlas escolares y diversas tensiones
emocionales, en los cuales se niega el afecto necesitado y sólo se proporciona para
manipular nuestro comportamiento, en el cual se nos concede si somos "buenos" y se
nos retira si somos "malos". Lo que nos va condicionando silenciosamente para ocultar
lo que sentimos y deseamos.
Para Steiner, la madurez emocional está dada por una capacidad que nos permite
actuar de manera inteligente ante situaciones que podrían depararnos gran tensión.
Para ello, debemos adquirir las siguientes habilidades:
1. Conocer nuestros propios sentimientos: como lo pueden ser el amor, la vergüenza o
el orgullo y explicar por qué es que se dan en cada uno de nosotros, buscado entender
la intensidad que poseen categorizándolos por ejemplo en pequeñas escalas (como del
1 al 10).
2. Experimentar empatía: lo cual involucra reconocer los sentimientos que las demás
personas, comprender por qué se sienten así; en resumen, sentir con los demás y
experimentar con las emociones de los otros como si fueran nuestras
3. Aprender a manejar nuestras emociones: lo cual implica controlarlas y saber cuándo
y cómo expresarlas y de qué manera afecta a los demás. Es necesario saber cómo
formar nuestros sentimientos positivos como por ejemplo la esperanza, el amor y la
alegría así como aprender la manera más adecuada de expresar nuestras emociones
negativas tales como el enojo, el temor o la culpa de una manera inofensiva y
productiva y cuando no debemos expresarlas.
4. Reparar el daño emocional: que conlleva a disculparse con otros cuando cometemos
errores emocionales y herimos a otros
5. Combinarlo todo: ello implica una interactividad emocional que nos permite captar los
sentimientos de quienes nos rodean y darnos cuenta de sus estados emocionales para
interactuar con ellos de manera afectiva.
Todo ello se puede lograr a través de un entrenamiento, el cual consiste en 3 etapas.
Etapa uno: Abrir el corazón:
1.- Acariciar
2.- Pedir caricias
3.- Aceptar y rechazar caricias
4.- Acariciarnos a nosotros mismos
Etapa dos: Examinar el panorama emocional:
5.- Afirmaciones de acción/ sentimiento
6.- Aceptar las afirmaciones de acción/ sentimiento
7.- Expresar nuestras intuiciones.
8.- Convalidar nuestras intuiciones.
Etapa tres: Hacerse responsable:
9.- Disculparse por los errores.
10.- Aceptar o rechazar disculpas
11.- Pedir perdón
12.- Dar o negar el perdón.
Conforme han ido avanzando las investigaciones, también se ha formulado un
concepto más elaborado, el de inteligencia emocional, siendo uno delos estudios más
representativos el realizado por Bar – on, quien creó una escala para medir la
inteligencia emocional basado en 5 componentes principales que a su vez se
subdividen en 15:
A. Componentes intrapersonales:
1. Conocimiento emociona de sí mismo.
2. Seguridad.
3. Autoestima
4. Autorrealización
5. Independencia
B. Componentes interpersonales:
6. Relaciones interpersonales.
7. responsabilidad social
8. Empatía
C. Componentes de adaptabilidad:
9. Solución de problemas
10. Prueba de la realidad.
11. Flexibilidad
D. Componentes de manejo de tensión:
12. Tolerancia a la tensión
13. Control de impulsos
E. Componentes del estado de ánimo general:
14. Felicidad
15. Optimismo.
Todos ellos, desarrollados apropiadamente, garantizarían a la persona el éxito en las
relaciones interpersonales, lo cual se vería extendido a otras áreas de su vida como la
familiar y laboral.
Bar – on señala que en muchos casos, resulta más importante una inteligencia
emocional alta que un coeficiente intelectual alto, ya sea para desarrollarse
adecuadamente dentro de un ambiente laboral, así como para tomar importantes
decisiones en la vida como la elección una pareja, entre otros.
LA EDUCACIÓN EMOCIONAL Y LOS NIÑOS:
La educación emocional se desarrolla mejor durante la infancia, época en la cual, la
información se aprende a través del ejemplo.
Durante este periodo crítico de aprendizaje, los niños establecen sus actitudes, pueden
considerarse buenos o malos, hábiles o torpes, felices o infelices, etc. También en esta
etapa, los niños adquieren hábitos emocionales que coinciden con la visión que tienen
de ellos mismos, ser comportan siguiendo ciertas líneas y son tomados por los adultos
como tales.
La mayor parte de modelos de conducta, se aprenden de los padres y las demás
personas que rodean al niño, conllevando a un determinado tipo de conducta cuya
duración dependerá del tratamiento que se le de. En el cual, si los padres son maduros
e inteligentes emocionalmente, el niño recibirá mensajes positivos que le permitan
entender las consecuencias de sus conductas y por qué estas son o no favorables ; en
caso contrario, si se es inmaduro emocionalmente probablemente se recurra a métodos
tales como los gritos o agresiones físicas para corregirlos.
Los niños se irán formando en la madurez emocional a medida que los padres la
enseñen y la practiquen con ellos, teniendo en cuenta losa aspectos anteriormente
mencionados, tales como abrir el corazón, evitar los juegos de poder (abusar de la
autoridad, maltratarlos y manipularlos a través del miedo), ser sinceros, evitar el control
excesivo (ser rígido), comprender los temores de los niños, alentar los recursos
emocionalmente cultivados, enseñarles autodefensa emocional (decir lo que le gusta o
desagrada – asertividad) y ser paciente.
Además, los padres deben tener siempre presente, que los niños aprenden poco a
poco y que ellos son la principal fuente de información, es allí donde radica la
importancia de formarse y educarse para poder adquirir una mejor madurez emocional,
que les permita transmitir todo ello a sus hijos, habilidades que no sólo le servirán para
desenvolverse en la escuela y tener amigos, sino para toda la vida.
Bibliografía
- Jourard, M. Landsman, T. 1998. La personalidad Saludable. México D.F.: Trillas.
- Steiner, C. 1998.La Educación Emocional. Buenos Aires: Avon Books.
- Zacarés, J. Serna, E. 1998. La Madurez personal: perspectivas desde la
Psicología. Madrid: Pirámide.
http://grupos.emagister.com/ficheros/vcruzada?fdwn=1&idGrupo=1289&idFichero=880573

Los 7 Pecados Capitales...¿ tu que opinas?.. Rafael M. Don.


(grupo) Los 7 (o más) Pecados Capitales


Rafael 
Bachillerato padres franciscanos (saba...
Escrito por Rafael M. Don. el 26/12/2011



Hola, permitidme que me presente. Mi nombre, Rafael (56) autodidacta y curioso por naturaleza, mi atención se centra ahora en comprender el trasfondo que se esconde tras lo que durante siglos (desde el xvi) la iglesia tradicional ha clasificado, como pecados capitales, aunque en su primera (siglo iv) concepción fueron tratados como tentaciones o como vicios. Si quisiera una descripción de lo que son o representan esos pecados simplemente leer el catecismo me da la visión actualizada. Pero no quiero quedarme ahí, así que trato de tener un óptica más amplia y ver de qué manera las diferentes disciplinas tratan este tema, así como el arte (en sus diversas ramas), la medicina, la psicología, la Psiquiatría, la fotografía, etc.
Me dirijo al grupo con la intención de crear un debate acerca de los 7 (o más) Pecados Capitales, si están tipificados, hasta dónde llega el conocimientos de los tales y si algún tratamiento o terapia sería eficaz para tratarlos.
Por ejemplo, la Avaricia. La avaricia en sí no se refiere a una acción, si no a un estado de la mente... Una disposición de la cual provienen los demás pecados relacionados.
La Soberbia, la Envidia, la Lujuria, la Ira,... Pueden ser manipuladas y sobrealimentadas por los medios, incitando a las personas a desarrollar una tentación, convertirla en vicio y por lo tanto, llegar a ser esclavos de un sistema que les da aquello que les ha despertado.
Este es mi punto de partida y apreciaré sinceramente las aportaciones que lleguéis a contribuir para hacer más comprensible este fenómeno que está produciendo una auténtica lacra en la sociedad, haciendo que los valores acerca de la moral y la ética se desmoronen.
Reciban un cordial saludo
Rafael